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La obra de Lorena Eloizaga es una reinterpretación contemporánea de la naturaleza que esta inspirada en la mezcla cultural que la rodea, comenzando con su infancia en Sudamérica, rodeada por las gigantes montañas de los Andes; su vida adulta en Barcelona, donde celebra los eternos cielos azules y rosados del Mediterráneo; y sus constantes viajes a Asia, donde la proporción de la naturaleza y su inmensidad dejaron un gran impacto en ella. Celebra la naturaleza, su magia, su belleza, su misticismo y lo convierte en un simbolismo personal, donde desea inmortalizar recuerdos, creando nuevos paisajes que combinan su influencia de oriente y occidente.

La artista incorpora el ojo flotante en su obra dentro de un paisaje surrealista para explorar las emociones y la introspección que acompañan el fenómeno de las migraciones.  El paisaje en el que el ojo flota representa la transición entre el hogar y el descubrimiento de lo desconocido. Los elementos del paisaje evocan una mezcla de aprecio por el pasado y entusiasmo por el futuro, creando una atmósfera que invita a la reflexión sobre el destino. En conjunto, el ojo flotante en el paisaje no solo capturan la esencia de la observación y el cambio, sino que también buscan conectar al espectador con la riqueza de la experiencia humana.