Gustavo R. Ghersi works within the imprecise boundaries resulting from the convergence of painting, sculpture, and installation.

Revisiting movements such as Constructivism, Neoconcrete art, and Abstract Expressionism, he develops a distinct language in which form and color unfold within space, establishing with the viewer a dialogue comparable to a dance.

The works invite touch, movement, and play, constructing an artistic narrative through sound and the visitor’s interaction, while broadening new modes of perception in relation to art.

Towards a Post-Concrete Language of Expression:

The Abolition of the Representational
The non-representational language, through an act of restriction, opens an infinite field of possibilities for expressing an inner world: a way of giving form to emotions and states through universal elements —color, form, texture. Thus, curved or broken lines, intense or dark colors, become emotional signs legible to any viewer or visitor.

Referential Experiences
Inspired by artists such as Hilma af Klint, Lygia Clark, Alexander Calder, Rothko, and Frank Stella, Ghersi reclaims languages that, rather than representing, produce experiences. Art becomes a perceptual, sensorial, and transformative phenomenon.

Color and Form as Language
Color is not accessory but protagonist: it expresses specific emotions. Forms —curved, straight, folded— also communicate, generating tensions or harmonies that enter into dialogue with one another. All of this is built upon the idea of a visual language that is shared, direct, and comprehensible.

Musical Analogy
Music functions as both structure and metaphor. The rhythm of perception, emotional progression, and construction in movements all translate musical principles into visual and spatial language.

Interaction and Matter
In contrast to the traditional dictum of “do not touch,” the work proposes an active experience. Touch, play, and the visitor’s body are integrated into the piece. Matter —metal and paint— plays a dual role: the structural support, almost invisible, sustains color, which is revealed in all its richness, with textures, traces, and accidents that make the gesture visible.

Gustavo R. Ghersi gira entre los límites imprecisos que resultan de la fusión entre la pintura, escultura e instalación.

Retomando movimientos como el constructivismo, el arte neoconcreto y el e_xpresionismo abstracto_, crea un lenguaje propio donde la forma y el color se despliegan dentro del espacio, generando junto al espectador, un diálogo próximo a una danza.

Las obras invitan al tacto, al movimiento y al juego, estableciendo una narrativa artística con lo sonoro y la interacción del visitante, ampliando nuevas formas de percepción en relación con el arte.

Hacia un lenguaje de expresión post-concreta:

La abolición de lo representativo
El lenguaje no representativo, en un acto de restricción, abre un campo infinito de posibilidades hacia la expresión de un mundo interior: una forma de dar cuerpo a emociones y estados a través de elementos universales —color, forma, textura—. Así, líneas curvas o quebradas, colores intensos u oscuros, se convierten en signos emocionales legibles para cualquier espectador o visitante.

Experiencias referenciales
Inspirado por artistas como Hilma af Klint, Lygia Clark, Alexander Calder, Rothko o Frank Stella, Ghersi retoma lenguajes que, más que representar, producen experiencias. El arte se vuelve fenómeno perceptivo, sensible, transformador.

Color y forma como lenguaje
El color no es accesorio, es protagonista: expresa emociones específicas. Las formas —curvas, rectas, plegadas— también comunican, generando tensiones o armonías que dialogan entre sí. Todo esto se construye sobre la idea de un lenguaje visual compartido, directo, comprensible.

Analogía musical
La música sirve como estructura y metáfora. El ritmo de la percepción, la progresión emocional, la construcción en movimientos: todos estos elementos traducen principios musicales al lenguaje visual y espacial.

Interacción y materia
Frente a la tradicional consigna del “no tocar”, se propone una experiencia activa. El tacto, el juego, el cuerpo del visitante se integran a la obra. La materia —metal y pintura— tiene un rol dual: el soporte estructural, casi invisible, sostiene al color, que se muestra en toda su riqueza, con texturas, huellas y accidentes que hacen visible el gesto.